domingo, 14 de enero de 2007

Gina Y Las Leyendas



En www.elchat.com Gina se encontraba todos los días con algunas de sus amigas de la secundaria, en la sala de Canadá.

Era un sitio que solía estar vacío, y como tenía bloqueado el messenger en la oficina, charlaban allí. A veces aparecían nicks de hombres que les ofrecían chuparlas o compartir la cam, o simplemente conocerse.

Gina y sus amigas decidieron entrar con nicks masculinos y solucionaron el acoso, pero a ella le intrigó ese mundo tan oscuro, de desconocidos audaces.

Empezó a entrar sola, fuera de las reuniones pautadas con las amigas.

A la semana, ya pasaba todo el tiempo libre en el chat. Formaba parte de un grupo de argentinas que se juntaban en el café virtual de El Chat y se contaban la vida: Con la intimidad del privado compartían sus sueños y criticaban a los hombres. Allí Gina escucho por primera vez la historia de los que leen los privados.

Hay un programita que se compra, le dijeron.

También supo de el hombre que te enamora y luego te pide dinero, de los que se masturban en la cam, de los que te identifican el numero telefónico.

En el grupo que formó con las argentinas del Café virtual Gina escucho por primera vez que había uno que se portaba bien, te pasaba al mesenger, te ofrecía cam, y luego se desnudaba. Esa historia se la repitieron mil veces luego, con otros nombres, en otros chats.

Ella creyó todo cada vez que se lo dijeron. Porque sintió por primera vez en mucho tiempo que la tenían en cuenta, que esa gente tan real, que le prestaba tanta atención, no podía mentirle.

Después - mucho después - cuando Gina ya era un personaje importante en la sala de 30-40 de Terra (con amigas, enemigas, amantes y enamorados ) solía comentar que ella creía lo que le decían, que había gente buena en los chats, y nunca se preguntaba nada de su propia conducta. Usaba su libertad para aprovechar el anonimato de los nicks y la magia del messenger a la medianoche.




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