lunes, 15 de enero de 2007

un salon sin moderador



Norita entraba a los chats solo para entretenerse. Ese mundo de charla y anonimato le parecia cómodo para su búsqueda de compañía en el invierno de Bariloche.

Había andado por varios lugares, y un día encontró el
chat del Diario La Nación, de Buenos Aires. Le pareció extremadamente pequeño, donde todos parecían conocerse :Ante la falta de moderadores y alternativas de bloqueo , los violentos no tenían control y simplemente había que esperar que se vayan.

Pero los violentos también eran conocidos, gente extraña a la que todos despreciaban pero formaban parte de esa familia tan reducida.

Un día discutió con unos que siempre estaban en el salón , y la atacaron en privado. Ella intento solucionarlo
(aquí),
encontrar moderadores, filtros, pero no había nada.

Finalmente tuvo un grupo de amigas, y algunos hombres amables y de buena conversación. De todas formas, a veces llegaban unos nicks que todos conocían y había que irse

Varias veces, leyó tristes discusiones entre un malo muy malo del salón y una mujer con la que el decía haber tenido relaciones (te acordás cuando me chupaste la pija, escribía el monstruo en mayusculas). Para sorpresa de Norita (que se divertìa mucho) ella lo amenazaba con un juicio, como si se conocieran y no se tratara de dos nicks, escribiendo en un chat anónimo.

Un mes despues de conocer el sitio, logrò tener el msn de varias de las mujeres. Desarrollò una adiccion al chat que la hacia estar siempre en la pantalla, esperando que pase algo, que alguien le hable, la tenga en cuenta. Las otras mujeres la saludaban bien, le preguntaban por su vida y durante la noche conversaban de la gente del chat: Los hombres buenos y los malos, las peleas, los romances, la vida.

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